60 AÑOS DEL DISCURSO “I HAVE A DREAM” DE MARTIN LUTHER KING.

El 28 de agosto se cumplen 60 años desde la pronunciación del discurso del doctor Martin Luther King en Washington ante más de 200.000 personas en protesta por la falta de derechos de la población de color de Estados Unidos. King era un orador entre varios, pero su alocución pasó a la historia. Para muchos, es el mejor discurso que se ha dado.

Fue sin duda un acontecimiento histórico y una muestra de que el trabajo social y la presión pacífica, a veces, pueden cambiar el destino de las naciones y del mundo. Me interesa resaltar algunas cosas sobre el discurso del doctor King, que no por conocidas dejan de merecer su pequeña reflexión.

Es bien sabido que el discurso fue escrito en su primera mitad, más o menos, y que, a partir de cierto momento, el doctor King decidió que quería introducir un concepto que él ya había trabajado anteriormente, desde hacía al menos dos años. Se lo recordó la cantante Mahalia Jackson: “Cuéntales lo del sueño, Martin”. Decidió mencionarlo y cambió por completo el efecto del discurso.

Era un discurso bien armado, que apelaba a la emocionalidad de los asistentes de manera muy efectiva, con ejemplos sencillos, como cuando dice que el país les debía un cheque y el que les habían dado como esclavos, no tenía fondos. El texto estaba dirigido, sobre todo, a hacer partícipes a los miles de personas que se congregaron allí. Podríamos decir que buscaba la inclusión.

Lo que intentaba hacer el doctor King era meter en el texto a personas que habían llegado desde todos los rincones del país.

Ese era el hilo conductor principal, y la idea de que había que oponer a la falta de derechos sociales una resistencia pacífica. Eso hace que en realidad el orador no esté presente en el discurso. Es una constante llamada al plural, a los asistentes. No es mala elección habida cuenta de que la legitimidad moral del Dr. King ya estaba perfectamente establecida y no necesitaba apoyarla en ese acto que en realidad estaba más centrado en aspectos económicos: el trabajo y la deuda histórica.

Esto, además, está potenciado porque el doctor, como buen pastor protestante, tiene una sabiduría oratoria notable, notabilísima en realidad, que hace el discurso se entienda estupendamente gracias a ese ritmo pausado que utiliza con frases cortas y pausas largas.

Sin embargo, cuando introduce “tengo un sueño” hace dos cosas: se mete en el discurso, (ahora sí es el doctor King el que está conduciendo a la muchedumbre que está allí a congregada) y propone su sueño como meta para todos los allí presentes. Ya no se trata solo de volver a los estados racistas o las ciudades industriales. Se trata de unirse para perseguir ese sueño de Justicia en el que nuestros hijos serán juzgados por sus logros y no por el color de su piel.

Al final vuelve lo que estaba programado porque sabe que, si no, perderá la circularidad del discurso y el cierre se devaluará. Por eso, ahora con las “campanas de la libertad” resonando por todo el país, vuelve a mencionar algunos estados, para volver a tierra a los presentes.

El concepto de “tengo un sueño” es tan poderoso que se come el discurso. No conocemos el discurso como el discurso de VOLVED A VUESTRO ESTADO, lo conocemos como el discurso de TENGO UN SUEÑO.

Y finalmente, puesto que es un clérigo, cierra con una referencia a un espiritual negro, que para mí es lo más poderoso del discurso, porque lo abrocha todo maravillosamente, con esa melodiosa y apasionada entonación: Free at Last! Free at Last! Thank you God almighty we are free at Last!

Y la pregunta es: ¿Somos capaces de improvisar algo así? En mi opinión, si no eres muy bueno improvisando, no lo hagas.

Lo que me han enseñado años de formar a personas en retórica y oratoria es que la improvisación muy raras veces funciona. Al salirte del hilo de tu discurso es fácil que te pierdas. Estás renunciando a la estructura que la redacción, si es buena, había establecido. Los efectos retóricos pierden su sitio y su momento. La improvisación del doctor King no es una invención del momento. La palabra improvisación no es quizá la adecuada aquí. Es un concepto, el de “tengo un sueño”, que ya ha trabajado, y por lo tanto es fácil para él agregarle desarrollos y mejoras.

Esto es algo que sí te aconsejo: que tengas algunas citas o ideas que te acompañan siempre porque son parte de tus valores o tu manera de entender la gestión o el liderazgo. Si no estás muy, muy, muy acostumbrado a dar discursos, yo te recomiendo que no improvises. De hecho, creo que es una recomendación que te haría cualquier redactor de discursos y por eso vemos muchas veces a los políticos que son incapaces de manejarse sin  estar agarrados, digamos, a la tribuna del Congreso o del auditorio que toque. Una cosa es no improvisar y la otra no ensayar como para poder despegarte, al menos de cuando en cuando, del papel.

Te podemos ayudar a entender cómo puedes declamar mejor algunas partes del discurso cuando veas algún tipo de señal en el auditorio.

CLIVAJE: ¿ESTÁS EN LA CÁMARA DE ECO?

El concepto de clivaje (del inglés cleavage, escisión) puede entenderse como “líneas de ruptura, divisiones profundas y enraizadas en la historia de cada sociedad contemporánea; los clivajes permiten a los individuos tomar postura sobre temas que podríamos considerar “conflictivos” o “polémicos”.

La teoría se viene usando para explicar la superación de las divisiones ideológicas izquierda – derecha y permite una perspectiva fecunda para entender el surgimiento de temas transversales que permean o dominan la agenda de debate e incluso la conformación de las diversas estrategias de los partidos políticos o movimientos sociales. El concepto se introduce en el año 67 por Lipsen y Rokkan (Cleavages structures: party systems and voter alignments), que trabajan sobre 4 ejes de partición que darían lugar a las posiciones de los partidos tradicionales. El clivaje, según estos autores, deja dos campos contrapuestos en cada eje: dos de ellos son funcionales (a saber, la oposición Iglesia-Estado y la de empresarios y trabajadores) y dos de carácter territorial (centro vs. periferia y campo vs. ciudad (o tierra/industria). No resulta difícil asignar posición a los partidos políticos respecto a cada propuesta de clivaje… Una puntualización importante es que los clivajes nacen del conflicto (observable y que permite taxonomías) y no al contrario, según los autores. Sin embargo, es posible argumentar que los conflictos pueden crearse. Puede admitirse que los clivajes clásicos, por su solera e historia, son poderosos, pero no puede negarse que, por ejemplo, cuando los autores hacen su análisis no se podía apreciar un clivaje de género. Por tanto, nuevos clivajes pueden ser alumbrados por el cambio social o la posición interesada de los reclamantes.

El concepto se introduce en el año 67 por Lipsen y Rokkan, que trabajan sobre 4 ejes de partición que darían lugar a las posiciones de los partidos tradicionales

Puesto que la sociedad se hace mas compleja (por el aumento de la cantidad, velocidad, ubicuidad e interrelación de la información disponible), el número de clivajes aumenta, porque de hecho se hace rentable encontrar nuevas fuentes de división a la hora de conformar nuevas agendas y discursos políticos. Parecería que son los propios partidos los que tratan de encontrar nuevas fuentes de clivaje, ya que se generan bolsas de identidad dinámica (es decir, que se puede elegir el campo del clivaje por aspectos realmente pequeños: eso hace que la definición identitaria sea cada vez más líquida, incluso aunque uno de los clivajes domine sobre los otros). Por ejemplo, se puede adoptar un vegetarianismo crudivegano, ovolácteo, de días de diario, etc. y por motivos de salud, éticos o simplemente por probar o seguir una moda: llevado al extremo, se puede desembocar en el asociacionismo, el activismo e incluso el activismo violento (piénsese por ejemplo en las micro – manifestaciones de veganos ante restaurantes especializados en charcutería). Pero eso no impediría que además una persona que adoptara una de esas “etiquetas” fuese además ecologista, feminista, católica o trans-humanista. De hecho, no es inhabitual que se den determinadas concatenaciones… Una consecuencia, además, será la permanencia en la “cámara de eco”, que viene a señalar que los algoritmos que analizan nuestra conducta en redes nos surtirán de noticias y opiniones parecidas a las que nosotros mismos sostenemos, lo que nos aislará más de posiciones de debate con quienes piensan distinto…

Los clivajes representan también una tendencia a la ausencia de debate y al enconamiento de las posturas de los diversos campos.

Si ni religiones ni ideologías políticas ofrecen amparo total a la posición moral de las personas, y puesto que el asociacionismo o la simple opinión se han hecho universalmente accesibles (change.org, por ejemplo, ofrece una versión light del activismo), los ciudadanos pueden elegir qué clivajes les van mejor. Sin embargo, como cualquier experto en marketing puede atestiguar, es posible manipular la opinión para que un clivaje o tema adquiera fuerza hasta hacerse habitual y de gran intensidad. El clivaje, no obstante, expresa la idea de grandes corrientes y no es necesariamente producto de divisiones interesadas: hay problemas reales de medio ambiente o de violencia de género: otra cosa será el diseño del clivaje y el de las posiciones de defensa de los campos.

El dinamismo micro-identitario, como preferimos llamarlo, puede beber de separaciones o características conformadoras menos extremas. Desde la teoría de stakeholders Spiller, por ejemplo, recoge un catálogo de temas posibles de negociación para cada stakeholder, pero con la salvedad de que un empleado, por ejemplo, puede convertirse en activista dependiendo del tema y su micro-identidad (o su simple posición respecto a un asunto). Ha podido verse, por ejemplo, en el activismo interno en Google respecto a la censura del gobierno chino.

Los clivajes representan también una tendencia a la ausencia de debate y al enconamiento de las posturas de los diversos campos. Christian Salmon, por ejemplo, señala que se ha pasado de una época dominada por el storytelling, el relato (o el mundo Facebook que encumbró a Obama) a otra en la que la confrontación, la transgresión y el enfrentamiento que no permite el debate se han adueñado de la escena política (o la era de Twitter que aupó a Trump). Es evidentemente un foco en el clivaje diferenciador…

Esto es malo para los negocios y también para el dinamismo social, que necesita de apertura económica pero también de libertad de debate, algo que está resultando cada vez más difícil y que está llevando a intelectuales (y también empresas) a la autocensura. En cualquier caso, es bueno reflexionar respecto a los clivajes que pueden impactar con más potencia en el desarrollo estratégico de las compañías o asociaciones.

 

FUENTES:

Sobre la teoría del clivaje: Rubén Torres Martínez. Perspectiva de la teoría de clivajes para el caso latinoamericano. http://www.cialc.unam.mx/cuadamer/textos/ca155-97.pdf

 

 

LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD: LIDERAR EQUIPOS HÍBRIDOS

Que los tiempos han sufrido un vuelco hacia la extrañeza no puede ocultársele a nadie. Ha ocurrido en todos los órdenes de nuestras vidas y lo que es infinitamente peor, ha ocasionado millones de fallecimientos. En lo que toca al trabajo, esta “rarefacción” se expresa sobre todo en el surgimiento, casi como si de una cordillera se tratase, del teletrabajo. Los equipos, como hemos comentado en otros posts, se ven separados y con los sistemas relaciónales desechos o al menos averiados: la charla de pasillo apenas existe y siempre está mediada, como debe ser, por la mascarilla: se quiera o no, son señales de alejamiento y frialdad.

¿Qué hacemos si somos los responsables de liderar en estas condiciones o si queremos contribuir al bienestar de todos? Lo primero es entender que ahora transitamos por un territorio más autónomo, lo que nos confiere libertad pero también responsabilidad sobre más deciones, de más calado. Eso es bueno pero para algunas personas puede suponer una fuente de tensión. Un líder debe poder proporcionar el mapa de trabajo para que quede acordado un marco mínimo. De ese modo, no se saltarán las habilitaciones para elaborar una decisión de manera razonada y lo más segura posible. Es decir, con un proceso clarificado.

“Los tiempos han sufrido un evidente vuelco hacia la extrañeza”.

En segundo lugar, debemos asegurar que nadie es olvidado en este entorno. Es decir, que se promueve la visibilidad de todos, porque en una reunión virtual, por ejemplo, muchas señales de orden jerárquico se pierden, y los perfiles más respetuosos o introvertidos pueden tener dificultades para ser vistos, lo que atentará contra la idea de igualdad. 

Por último, y no solo y no menos importante, hay que asegurar que el sentimiento emocional común está sano. No está de más preguntar por asuntos que no sean puramente profesionales si nos sentimos habilitados para ello. Siempre eso sí, asegurando que el entorno es el adecuado (por ejemplo, cuidando el simbolismo sobre la relación de poder entre dos personas que se comunican mediante videollamada para que no sea excesivo o haciéndolo de manera individual, no en reuniones de grupo). Tras ello subyace la idea de fraternidad. 

Libertad, igualdad, fraternidad. Una idea revolucionaria, claro. Si quieres pensar o actuar sobre ello, contáctanos