LA SONRISA DUCHENNE O LA AMABILIDAD COMO TERAPIA

Guillaume Duchenne (1806-1875) fue un investigador francés que da nombre a esa sonrisa que involucra el alma entera, y que se nota (aunque con entrenamiento…) en las patas de gallo: tan odiadas como estupendas. Uno puede sonreír como Joker, como un político que se molesta en hacerlo (cada vez se disimula menos, la verdad) o con una de esas que solo mueven una de las comisuras de la boca y que suelen ser más bien expresión de sarcasmo, cansancio o cinismo.

Esto se sabe desde el siglo XIX, que es cuando Duchenne deja claro que se sonríe con los ojos a base de probar con estimulaciones eléctricas. Si la sonrisa se limita a los músculos de la boca es una sonrisa social y valiosa: al menos una muestra de respeto y reconocimiento. De urbanidad, como se decía antiguamente.

Uno puede sonreír como Joker, como un político que se molesta en hacerlo o con una de esas que solo mueven una de las comisuras de la boca…

Lo repito a menudo: la mascarilla no tapa las emociones y la zona de las cejas aporta un enorme caudal de información sobre nuestro estado emocional. De hecho, han sido clave en nuestra evolución como animales sociales: mediante sus movimientos, podemos saber cuál es el estado emocional de los demás. Es cierto que la información no es completa pero sí muy importante.

Decía Dostoievski que cuando se va a un balneario no se sabe muy bien si lo que cura es tomar las aguas o los buenos modales. Si a esos les sumamos una alegría sincera por encontrarnos con otros seres humanos…

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