CLIVAJE: ¿ESTÁS EN LA CÁMARA DE ECO?

El concepto de clivaje (del inglés cleavage, escisión) puede entenderse como “líneas de ruptura, divisiones profundas y enraizadas en la historia de cada sociedad contemporánea; los clivajes permiten a los individuos tomar postura sobre temas que podríamos considerar “conflictivos” o “polémicos”.

La teoría se viene usando para explicar la superación de las divisiones ideológicas izquierda – derecha y permite una perspectiva fecunda para entender el surgimiento de temas transversales que permean o dominan la agenda de debate e incluso la conformación de las diversas estrategias de los partidos políticos o movimientos sociales. El concepto se introduce en el año 67 por Lipsen y Rokkan (Cleavages structures: party systems and voter alignments), que trabajan sobre 4 ejes de partición que darían lugar a las posiciones de los partidos tradicionales. El clivaje, según estos autores, deja dos campos contrapuestos en cada eje: dos de ellos son funcionales (a saber, la oposición Iglesia-Estado y la de empresarios y trabajadores) y dos de carácter territorial (centro vs. periferia y campo vs. ciudad (o tierra/industria). No resulta difícil asignar posición a los partidos políticos respecto a cada propuesta de clivaje… Una puntualización importante es que los clivajes nacen del conflicto (observable y que permite taxonomías) y no al contrario, según los autores. Sin embargo, es posible argumentar que los conflictos pueden crearse. Puede admitirse que los clivajes clásicos, por su solera e historia, son poderosos, pero no puede negarse que, por ejemplo, cuando los autores hacen su análisis no se podía apreciar un clivaje de género. Por tanto, nuevos clivajes pueden ser alumbrados por el cambio social o la posición interesada de los reclamantes.

El concepto se introduce en el año 67 por Lipsen y Rokkan, que trabajan sobre 4 ejes de partición que darían lugar a las posiciones de los partidos tradicionales

Puesto que la sociedad se hace mas compleja (por el aumento de la cantidad, velocidad, ubicuidad e interrelación de la información disponible), el número de clivajes aumenta, porque de hecho se hace rentable encontrar nuevas fuentes de división a la hora de conformar nuevas agendas y discursos políticos. Parecería que son los propios partidos los que tratan de encontrar nuevas fuentes de clivaje, ya que se generan bolsas de identidad dinámica (es decir, que se puede elegir el campo del clivaje por aspectos realmente pequeños: eso hace que la definición identitaria sea cada vez más líquida, incluso aunque uno de los clivajes domine sobre los otros). Por ejemplo, se puede adoptar un vegetarianismo crudivegano, ovolácteo, de días de diario, etc. y por motivos de salud, éticos o simplemente por probar o seguir una moda: llevado al extremo, se puede desembocar en el asociacionismo, el activismo e incluso el activismo violento (piénsese por ejemplo en las micro – manifestaciones de veganos ante restaurantes especializados en charcutería). Pero eso no impediría que además una persona que adoptara una de esas “etiquetas” fuese además ecologista, feminista, católica o trans-humanista. De hecho, no es inhabitual que se den determinadas concatenaciones… Una consecuencia, además, será la permanencia en la “cámara de eco”, que viene a señalar que los algoritmos que analizan nuestra conducta en redes nos surtirán de noticias y opiniones parecidas a las que nosotros mismos sostenemos, lo que nos aislará más de posiciones de debate con quienes piensan distinto…

Los clivajes representan también una tendencia a la ausencia de debate y al enconamiento de las posturas de los diversos campos.

Si ni religiones ni ideologías políticas ofrecen amparo total a la posición moral de las personas, y puesto que el asociacionismo o la simple opinión se han hecho universalmente accesibles (change.org, por ejemplo, ofrece una versión light del activismo), los ciudadanos pueden elegir qué clivajes les van mejor. Sin embargo, como cualquier experto en marketing puede atestiguar, es posible manipular la opinión para que un clivaje o tema adquiera fuerza hasta hacerse habitual y de gran intensidad. El clivaje, no obstante, expresa la idea de grandes corrientes y no es necesariamente producto de divisiones interesadas: hay problemas reales de medio ambiente o de violencia de género: otra cosa será el diseño del clivaje y el de las posiciones de defensa de los campos.

El dinamismo micro-identitario, como preferimos llamarlo, puede beber de separaciones o características conformadoras menos extremas. Desde la teoría de stakeholders Spiller, por ejemplo, recoge un catálogo de temas posibles de negociación para cada stakeholder, pero con la salvedad de que un empleado, por ejemplo, puede convertirse en activista dependiendo del tema y su micro-identidad (o su simple posición respecto a un asunto). Ha podido verse, por ejemplo, en el activismo interno en Google respecto a la censura del gobierno chino.

Los clivajes representan también una tendencia a la ausencia de debate y al enconamiento de las posturas de los diversos campos. Christian Salmon, por ejemplo, señala que se ha pasado de una época dominada por el storytelling, el relato (o el mundo Facebook que encumbró a Obama) a otra en la que la confrontación, la transgresión y el enfrentamiento que no permite el debate se han adueñado de la escena política (o la era de Twitter que aupó a Trump). Es evidentemente un foco en el clivaje diferenciador…

Esto es malo para los negocios y también para el dinamismo social, que necesita de apertura económica pero también de libertad de debate, algo que está resultando cada vez más difícil y que está llevando a intelectuales (y también empresas) a la autocensura. En cualquier caso, es bueno reflexionar respecto a los clivajes que pueden impactar con más potencia en el desarrollo estratégico de las compañías o asociaciones.

 

FUENTES:

Sobre la teoría del clivaje: Rubén Torres Martínez. Perspectiva de la teoría de clivajes para el caso latinoamericano. http://www.cialc.unam.mx/cuadamer/textos/ca155-97.pdf

 

 

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